Cualquier proyecto humano implica la puesta en escena de una antropología, de una concepción determinada de lo que supone ser hombre.
Toda comunidad humana organizada para unos fines, y el nuestro es la enseñanza, tiene una idea del hombre en el fondo, unos valores, unos fines, unos códigos de conducta que conectan necesariamente con la concepción que tienen de sí mismos, de la vida, de su trabajo común.
Hay un don en el fondo de las personas que tiene que ver con criterios, principios, ideas, creencias, las metas propuestas, la historia de la vida vivida y las ideas dominantes del momento, que cuentan mucho en la forma de estar en la vida y en la institución a la que se pertenece.
Este fondo tiene que ver con nuestra identidad como Facultad Universitaria y nuestra aportación a la sociedad y la cultura de Guinea Ecuatorial.
Como Iglesia, a la que se ha confiado esta Facultad, queremos tener una presencia humanizadora y evangelizadora en la sociedad. En su seno nació la Universidad que presta esa forma de servicio a la inteligencia a favor del hombre.
En este sentido, nuestra Facultad quiere convertir al hombre en centro de estudio abordando las grandes cuestiones de la existencia humana: Dios, el sentido de la vida, la muerte, la justicia, la paz, el amor para no construir una sociedad que olvida el reino de los fines, convirtiéndose en esclavo de los medios. Porque la búsqueda de la verdad profesional científica o técnica, sólo alcanza su dimensión de plenitud en la medida en que está abierta a la verdad sobre el sentido de la vida. La Facultad de Humanidades hace de la búsqueda de la verdad y del sentido de la vida un principio rector e irrenunciable. La libertad es el medio para encontrar esa verdad, buscar el bien, realizarlo en el amor.
Entendemos la Facultad como una síntesis de saberes: Filosofía, Teología, Historia, Arte, Cultura que dan como resultado un humanismo integral. Dicho humanismo es un servicio a la sociedad que necesita un modelo de hombre capaz de afrontar los nuevos retos que amenazan con deshumanizarnos; que forma profesionales con una formación cualificada; que busca hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo de nuestro país y creen en la posibilidad de un mundo mejor.
La Iglesia, en su conjunto, ha madurado a lo largo de los siglos una determinada sabiduría de la vida, cuya ética, esta Facultad, quiere aportar a nuestra Universidad y al conjunto de la sociedad.
Esta Facultad con impronta Católica cuenta con la relación armoniosa entre fe y razón: ésta conoce lo inmanente, aquella lo transcendente, en la unidad de la experiencia humana. La fe no anula ni empobrece la razón humana, sino que la presupone y enriquece.
Las preguntas acerca del significado completo de todo, objeto de la filosofía y la teología, se hallan en el corazón de nuestra Facultad.
La dignidad de todo hombre y la búsqueda del bien son los dos principios sobre los que se sustenta nuestra antropología. Estas dos razones tienen la potencia suficiente para sostener una comunidad humana que las tome en serio y que no deje de mirarlas cuando las diferencias causen tensión.
Si alguien no comparte nuestra fe y busca la verdad, tiene un lugar legítimo en nuestra Facultad. Porque se le respeta como persona y buscador que es, porque compartimos el ideario de la búsqueda de la verdad.
Una Facultad puesta en manos de la Iglesia sirve al bien de la comunidad. Todas las personas valen lo mismo, no así todas las opiniones, porque sería una renuncia a la razón. Nuestra Facultad quiere hacer de la razón el instrumento que le permite al ser humano acceder a la totalidad de lo real: lo que hoy se piensa, lo que hoy se pregunta, lo que hoy preocupa, y dónde estamos intelectualmente. Sólo de este modo nuestra Facultad será relevante y servirá a nuestro país.
Nuestro quehacer universitario apuesta por el diálogo como principio. En las cuestiones sociales difíciles habrá que dialogar con valentía, honestidad intelectual y rectitud moral para evitar la violencia.
Por otro lado, esta Facultad está llamada a proveer a la sociedad los profesionales que necesita sostenida en una humanidad, madura e íntegramente formada, porque no sólo necesitamos mejores profesionales, sino todavía más, buenos hombres y mujeres.
La Facultad de Humanidades, frente a la fragmentación del conocimiento que en la Universidad se da y frente a la crisis de valores morales que vive nuestra sociedad en una rápida transformación, quiere ser ese principio integrador que apunta al sentido último de la existencia humana, porque responde a la pregunta del “para qué”. Se trata del significado y de la totalidad de todo lo que existe. No se trata sólo de la instrucción, sino de transmitir sabiduría.
Así, desde todas las materias o asignaturas, nos estamos preguntando sobre el tipo de hombre que queremos y estamos formando: individualista o solidario, materialista o abierto a la transcendencia, predeterminado o capaz de libertad, racista o tolerante, autocrático y déspota o democrático.
Nuestra ética apunta a los fines últimos de la ciencia que se imparte y de las consecuencias técnicas, culturales, sociales o personales que de ella se puedan derivar para encontrar siempre lo que dignifica, huyendo de lo que envilece. En este sentido, el profesor procurará que su actitud de fondo despierte la humanidad del alumno explicitando la búsqueda de sentido.