La música en la formación humanística

Uno de los elementos más importantes y constitutivos de la racionalidad humana es la palabra: sólo el ser humano habla. Con la palabra nos comunicamos con otros seres humanos. Todo esto hace que le demos a la palabra una gran importancia: la cuidamos, la limpiamos, la fijamos y le damos esplendor, según reza el escudo de la Real Academia de la Lengua Española. Pues bien, donde termina la palabra… empieza la música.

Con la música nos dirigimos a la esfera de la razón, pero con la música nos dirigimos a la de la sensibilidad, al sentimiento, al “espíritu”; con la palabra queremos convencer y con la música queremos hacer sentir. La palabra nos reduce a lo concreto, la música, en cambio, abre un sinfín de caminos al espíritu: escuchar el canon de Pachelbel, por ejemplo, sugiere cantidad de sentimientos.

La palabra pertenece a la faceta noética, al conocimiento, y la música a la faceta pneumática, al espíritu.

1.- El origen de la música

Para muchos pueblos antiguos como los griegos la música es un don de los dioses. Esta donación fue a través de Hermes, este dios era en verdad el dios del comercio y de los mercaderes, lo cual lo situaba muy lejos de la música; mas al propio tiempo era el mensajero de los dioses. Un día Zeus, su padre, le habría enviado a cumplir alguna misión y en el viaje, en la orilla del mar, encontró el caparazón de una tortuga, lo recogió y sobre él tendió unas cuerdas de tripa, de esta manera nació, según la mitología griega, el primer instrumento musical: el Arpa.

El mismo nombre de música se deriva de las musas, las nueve hijas de Zeus encargadas de proteger las artes. En concreto, Euterpe es en concreto la encargada de la música.

Para los abisinios, su dios, en forma de paloma, se les apareció, les enseñó a leer y a escribir, luego les hizo el regalo de la música.

2.- La música como lenguaje

La música cono lenguaje ha sido empleada para cultivar los valores del espíritu. Por ejemplo, se ha utilizado para suscitar la audacia, el coraje. Así, antiguamente todos los ejércitos disponían de una banda de instrumentos musicales cuya música suscitaba el valor y el coraje de los soldados en las batallas, función que no en medida cumplen hoy los himnos nacionales y las marcha militares.

Donde la música ha encontrado un cauce lógico es en los ritos y ceremonias de las religiones cuando el hombre se relaciona con Dios. A este respecto dice San Anselmo (S. IV d.C.), que “música y poesía son las dos alas con las cuales vuela hacia Dios el alma, movida por la esperanza, la contrición y el amor. La armonía del cielo y la tierra forma el concierto del Universo, y en este concierto, participan las legiones celestiales, la muchedumbre de los elegidos, todo el coro de las criaturas e incluso las olas del mar”. Más aún dirá el gran compositor español Cristóbal de Morales (S. XVI d.C.) que “toda música que no sirva para honrar a Dios o para enaltecer los pensamientos y sentimientos de los hombres, falta completamente a su verdadero fin”.

3.- La música y las demás artes

El lenguaje y el arte de la música se asocian muy frecuentemente:

  • A la palabra: la asociación de música y la palabra es quizás la más abundante, incluso para algunas personas, es la única música que conocen. Esa asociación ha producido obras artísticas muy notorias, desde las sinfonías cantadas, pasando por canciones de todo tipo hasta las óperas, donde además de la asociación música-palabra, añaden la dramatización.
  • Con el descubrimiento del cine sonoro, no se concibe una película (imágenes) sin música.
  • La música destinada a la danza es otro de los géneros más cultivados a lo largo de toda la historia. De hecho el concepto de “música” definido por los griegos, era entendido por la agrupación de música, poesía y danza, es decir, tres disciplinas basadas en el ritmo.


4.- Música, consumo y globalización

La globalización ha ayudado a la música a extenderse en esta nuestra aldea global. Personas de lugares distantes pueden escuchar simultáneamente e intercambiar música gracias a la tecnología y las nuevas comunicaciones.

Con el consumo, sin embargo, la música ha sufrido un impacto negativo como ha ocurrido con otros productos. Al aumentar la cantidad se ha disminuido la calidad. Con el consumo se ha llegado al “usar y tirar”, y en consecuencia, tenemos hoy en nuestra vida y en nuestras sociedades mucha “música – basura”: la canción que se escucha hoy, mañana ya no vale, hay que tirarla a la basura porque ya hay otras para usar. Hay otro mal asociado a la las nuevas tecnologías en su uso inadecuado: la piratería y el plagio que no respetan la propiedad intelectual.

5.- La contaminación acústica

El entorno sonoro que acompaña al ser humano ha cambiado notablemente en los últimos tiempos. La música ha ido ampliando históricamente sus niveles de intensidad, y esta ampliación tiene consecuencias negativas, porque la música ya se convierte en ruido: cuando uno se ve obligado a escuchar música sin desearlo, escucha ruido. Y esta situación se encuentra cada vez con mayor frecuencia.

La intensidad de ruido que tenemos que soportar diariamente, ha superado ampliamente los 5 ó 10 decibelios que es el umbral de audición, incluso estamos llegando al umbral del dolor, 120 decibelios.
La exposición constante al ruido de 100 decibelios, por ejemplo, produce enfermedades fisiológicas, psíquicas y sociológicas.

El exceso de ruido produce la pérdida parcial o total de audición, stress, alteraciones del sueño, atención, depresión, falta de rendimiento, agresividad… etc.

En 1969, el Consejo internacional de música de la UNESCO, aprobó una moción histórica firmada por músicos de todo el mundo, en la que se afirmaba lo siguiente: “denunciamos unánimemente la intolerable violación de la libertad individual y del derecho que tiene cada uno al silencio, a raíz del uso abusivo en lugares privados y públicos de música gravada o radiodifundida. Solicitamos al Comité Ejecutivo del Consejo Internacional de música que inicie un estudio desde todos los ángulos –médico, científico y jurídico– sin soslayar sus aspectos artístico y educativo, y con vistas a proponer a la UNESCO y a las autoridades que corresponda, medidas orientadas a poner fin a este abuso”.



- Prof. Rufino Ndong, Licenciado en Teología Pastoral